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En esta página encontarás toda la información sobre Luisana Lopilato, desde sus inicios hasta la actualidad.


Luisana Lopilato - Entrevistas




Luisana Lopilato y Juan Mónaco: Un reencuentro muy esperado
La joven actriz de "El Capo"-la comedia dramática de Telefe Contenidos-fue a recibir a Pico al aeropuerto de Ezeiza dispuesta a no separarse ni un segundo de su lado.

Hace tan sólo un mes Luisana pidió permiso a la producción del programa protagonizado por Miguel Angel Rodríguez para viajar a Alemania, país en el que su enamorado estaba jugando.

El encuentro duró tres días, pero bastó para reavivar la historia de amor que comparten y para festejar por adelantado el cumpleaños número 20 de ella.

Los chicos se conocieron mientras miraban un partido y enseguida se dieron cuenta de que se gustaban. Pero los constantes compromisos de ambos, hacen que no puedan estar juntos todo el tiempo que quisieran: "Cuando él viaja no puedo acompañarlo porque trabajo mucho... Su trabajo es muy complicado porque viaja constantemente", expresó la ex Paola de "Casados con hijos" en el programa de Susana Giménez, cuando asistió junto a su hermano Darío.

Ahora con este gran reencuentro, van a tener todo el tiempo del mundo para ponerse al día. Y como saben que tal vez muy pronto tengan que separarse otra vez, quieren aprovechar cada minuto como si fuese el último. 








Entrevista para la revista Luz






Dispuesta a tomar un nuevo camino, la versión 2007 de Luisana incluye una participación en El Capo -la tira de Telefé-; un papel en la obra Arlequín, servidor de dos patrones, bajo la dirección de Alicia Zanca en el Teatro de la Ribera; un incipiente noviazgo con el tenista Juan Mónaco y un departamento de soltera al que, por ahora, no tiene planeado mudarse en forma definitiva.

-Estás haciendo una nueva tira, debutaste con una obra en el teatro oficial, tenés nuevo novio, ¿éste es el año del cambio?
-En realidad todos los años surgen cosas diferentes en la tele, lo que sí es una experiencia totalmente nueva para mí es lo del teatro. Tenía muchas ganas de hacerlo, de probar. De saber cómo era el hecho de estar ahí. Y la verdad es que me encanta, y además estoy con un elenco súper importante que me ayudó a vencer el temor que tenía a olvidarme la letra o equivocarme arriba del escenario.

-Y ahora que superaste esos temores, ¿cómo te sentís?
-Súper bien, muy contenta. Me encanta ir, maquillarme, peinarme.
Definitivamente es otra onda, otro mundo.

-En la obra tocás el saxo, hacés piruetas, ¿es algo que tuviste que estudiar exclusivamente o lo sabías, pero no habías tenido la posibilidad de demostrarlo?
-Empecé a estudiar saxo hace tiempo y cuando se lo comenté a Alicia Zanca, que es la directora, ella me propuso incorporarlo al personaje. Y la verdad es que cuando recién arrancás es horrible que te escuchen, pero ella insistió, así que me animé. En cambio, las acrobacias que hago las aprendí tomando clases de comedia del arte, con el resto del elenco. Esto me ayudó mucho a soltar el cuerpo, a moverlo.

-Del 1 al 10, ¿qué importancia le das a las críticas?
-Cinco, porque cuando son malas duelen, lastiman; y cuando son buenas te ponen excesivamente contenta, entonces trato de no enterarme, de no comprar revistas. Lo que sí leí fueron las que salieron sobre la obra en los diarios. Tenía ganas de saber qué decían y por suerte no me pegaron tanto; al contrario, todos señalaron que por ser la primera vez había estado muy bien. De todas formas te repito, trato de no escuchar. Si me entero es porque me llaman y me cuentan.

-¿Y qué opiniones son las que tenés en cuenta?
-Las que me hacen mi familia o mis amigos.

-Y si lo que te dicen es contrario a lo que vos pensás, ¿insistís igual?
-Yo soy muy cabeza dura, así que cuando quiero algo hago todo para conseguirlo. Pero antes le pregunto mil veces a mis amigos, a mi familia, y trato de no tomar decisiones sola.

-Es un buen método para poder compartir culpas...
-Y sí, si las cosas salen mal puedo hacer responsable a los otros. (Risas)

-El personaje que hacés en El Capo es bastante distinto al de Casados con hijos. Cuando te lo propusieron, ¿qué fue lo que te sedujo?
-Fundamentalmente lo que más me gustó es eso de poner todo el tiempo el cuerpo. A mí me divierte mucho colgarme, hacer escenas arriesgadas, de hecho no me gusta que haya dobles. Si me tienen que pegar un tiro, que me lo peguen.

-En esta tira también está tu hermano Darío, ¿qué es lo que más te gusta de trabajar con él?
-Estamos juntos pero no nos cruzamos casi nada. Yo grabo un día y él otro, él está con los malos y yo con los buenos... Pero me gusta que esté, me tranquiliza saber que si me pasa algo está.

-Además tu papá maneja algunas cosas que tienen que ver con tu carrera...
-Sí, pero yo tengo mi representante. Él me acompaña más que nada como papá.

-¿Y cómo se articula ese cuidado con el hecho de que hayas explotado desde chica una imagen tan sexy?
-En realidad lo mío nunca tuvo que ver con mostrar, sino con insinuar.

-¿Pero sos consciente de que transmitís eso?
-Sí, claro, es parte de mi trabajo. Yo estoy en esto desde los cinco años y mis viejos saben qué hago y cuáles son mis límites. Nunca voy a hacer algo con lo que no me sienta cómoda. Mis papás saben cómo soy y por eso se quedan tranquilos.

-Asumen que es parte del juego...
-La verdad es que nunca se los pregunté, pero creo que no les molesta. Es parte de esto, yo generé esta exposición y ahora tengo que hacerme cargo.

-O sea que nunca te recriminaron nada...
-Por ahí se preocupan con lo que escriben sobre mí, porque a veces uno dice cosas que después no salen publicadas tal cual fueron dichas. Ahí sí me dicen “mirá lo que pusieron”, o a veces hasta se desatan llantos.

-¿Eso te pasó hace poco con lo que se publicó en una revista?
-Sí, porque nada de lo que apareció ahí fue dicho de esa forma. Yo estoy tranquila porque sé lo que dije y la gente que me conoce también. Pero a mi familia le duele que digan que estoy embarazada, deprimida o anoréxica. Mi mamá lee esas cosas y piensa: “¿Esta es mi hija?”. Ella no tiene nada que ver con el medio, es más, no le gusta para nada el tema de las fotos, yo lo hago porque amo mi profesion, pero eso no quiere decir que a mi mamá le agrade.

-¿Así que por ahora ni hablar de hacer un desnudo?
-No, por ahora ni por muchos años más. Igual, qué sé yo, por ahí a los 50 me vuelvo loca y lo hago.

-Pero en ese momento a nadie le va a interesar...
-Y sí, es cierto. Lo que pasa es que soy muy pudorosa con mi cuerpo, me parece que hasta insinuar está bien, pero no haría un desnudo total por más cuidado que sea.

-Dejaste de salir con Felipe Colombo y te pusiste de novia con Mariano Martínez, y después, con Juan Mónaco. ¿Te cuesta estar sola?
-No, lo que pasa es que cuando el amor llega uno no puede negarlo. Para mí no es nada forzado porque me gusta la vida en pareja.

-Él, por su trabajo como tenista, tiene un ritmo de vida distinto al tuyo. ¿Te costó adaptarte?
-Un poco sí, sobre todo por el tema de la distancia. Porque yo vivo todo el tiempo en el canal y cuando salgo de ahí tengo ganas de ir a comer, o al cine, y a veces él está de viaje. Tampoco es que se va ocho meses, son tres semanas afuera y una acá. Pero si uno está bien lo va llevando. Otra opción es dejar todo y acompañarlo.

-Y por ahora no estás dispuesta a eso...
-No, no pienso dejar todo por amor. Además, me parece que tanto él como yo tenemos la edad justa como para explotar lo que cada uno, de verdad, quiso hacer siempre. Juan juega al tenis desde los seis años y está en su mejor momento, y yo actúo desde los cinco y estoy haciendo lo que me gusta.

-A pesar de eso, ¿sentís que esta relación podría terminar en convivencia?
-No sé si estoy preparada, cada cosa en su momento. Ya voy a tener tiempo para casarme, para convivir, para tener hijos. Creo que en algunos años tendré más en claro qué es lo que quiero hacer. De todos modos siempre me gustó la idea de casarme joven.

-¿Lo hablaste con Juan?
-No, todavía no, pero es obvio, toda mujer cuando está con alguien piensa en un futuro con esa persona, al menos yo soy así, medio Susanita. Me encanta la idea de tener una familia súper unida, como la mía, y con muchos hijos.

-A nivel trabajo estás pasando por un muy buen momento; en lo personal, ¿qué te falta para estar en la situación perfecta?
-Creo que nada. Por ahí me gustaría viajar un poco más. Eso y formar un hogar son mis únicas asignaturas pendientes. Pero como soy muy cabeza dura, estoy segura que lo voy a lograr.
 





Entrevista para la revista Caras








"Aprendí a amar a la distancia a un hombre que vale la pena"
Luisana Lopilato cuenta su historia de amor de nueve meses con el tenista Juan Mónaco
 

Barajó dos décadas y volvió a dar. No hay más apuestas que la intimidad ni más paga que la popularidad. De un lado, la mira mediática, del otro, la aguda astucia de una chica que le ganó a su propia edad. Hizo más de lo que su vocación pedía. Oye los aplausos de tres continentes. Toma con liviandad que, desde su más tierna edad, su nombre esté lacrado a una especie de erotismo prematuro. Viró el objeto de su afecto, y de un saque, dejó out-side a los actores y ganó un tenista. Compró su primera casa, y hace de ella un refugio intermitente. Sabe que vivió de prisa, y lejos de lamentar lo que el tiempo le arrancó, no deja de correr. Hábil jugadora en el tablero de la exposición, Luisana Loreley Lopilato (20) convida al buen voyeur: “Sin habérmelo propuesto, hoy experimento un nuevo ciclo de mi vida”.
Versos ha escuchado hasta el hastío, pero hay uno al que dice hacer oídos sordos: el de la fama. “En este ambiente se vive una irrealidad que hace olvidar lo que pasa en la calle. Mis amigas creen que no sé lo que es tomar un colectivo, pero al llegar a casa, la ‘Luisana estrellita’ desaparece como cuando el cuento se termina. Mi familia me conecta con la realidad y si llego con algún divismo, me ubican enseguida: ‘Acá las cosas las pedís de otra manera, chiquita’.”
Un contexto cotidiano con los pies así en la tierra, como en el cielo. “La religión es muy importante en mi vida y cada vez que puedo acompaño a mi familia a la Iglesia evangélica. Rezo y tengo mis momentos de espiritualidad, pero sólo soy una actriz que va a la iglesia, ni más ni menos creyente que cualquiera.” Prefiere no explayarse. Considera que el tema ha sido manoseado sin medida hasta la subestimación. Tal vez sea mejor hablar del resultado y no del método. “Soy muy solidaria. Ayudo al Hogar Pimpinela y amadrino el hogar “María Jesús”, de Saladillo. Siento que puedo ayudar con muy poco para lograr una sonrisa, y eso me hace sentir completa. De ahí que deseo abrir mi propio hogar para niños carenciados. Todos los fines de semana, papá, Eduardo, mamá, Bety, Darío y yo, salimos a buscar terrenos que podamos adquirir con el apoyo de algunos sponsors. Pero cuesta, muchos se hacen a un lado cuando llega el momento de concretar.”
Una familia altruista y valiente para poner el pecho a las cámaras. “Tener fotógrafos en la puerta de casa todo el día, me jode bastante. Papá suele salir a buscar el auto en pijamas, y mamá saca a los perros en camisón, y no le agrada que le saquen fotos.” Y concluye así el interrogante del porqué se autodefine: “una chica de familia.”
La bitácora de su infancia cuenta que no había cumpleaños al que Luisana no llegase con no menos de tres mudas de vestuario. Cuando la luz roja de la cámara casera de Eduardo se encendía, la niña desfilaba exigiendo las miradas, que se multiplicaron por millones. Millones de testigos de cambios, tan naturales como sugerentes. “Viví apresurada y perdí muchas cosas, como las noches en casa de amigas, las salidas a bailar y el viaje de egresados al que fui sólo tres días. Pero no me arrepiento, porque para crecer hay que hacer elecciones -desliza-. Aun así, hoy tomo la vida con más calma, me rodeo sólo de gente buena y controlada, y me hago tiempo para dedicarle a mis afectos. Quiero empezar a vivir la vida de una chica de 20 años, no quisiera no tener nada que contarle a mis hijos sobre la experiencia de esta edad.”
—¿Qué tanto sabe de provocación una chica de 20?
—Todas sabemos cómo seducir o jugar con la sexualidad cuando queremos provocar. A los medios les doy lo que piden, porque así son las reglas. En mi vida personal no me divierte hacerme la sexy, todo lo contrario, a propósito me comporto al revés. Cuando necesito o quiero seducir a alguien, uso lo mismo que me excita de un hombre: el humor.
—Esas reglas mediáticas de las que habla pueden confundir a más de uno…
—Siempre cae alguna propuesta rara. Me ofrecieron posar completamente desnuda para una revista, y por muchísimo dinero. Después, de “las otras” hay miles y todos los días. Son tipos que tienen que ver con los medios, y como no están tan expuestos se tiran el lance, me llaman y bueno…, se desubican.
Una manifestación más del vértigo en la vida de Luisana ha sido la reciente compra de su segunda propiedad, la primera fue un terreno. Se trata de un departamento de cinco ambientes sobre la avenida De los Incas, en el barrio de Belgrano. A tan sólo diez cuadras de la casa de sus padres en Parque Chas. “Sólo falta la biblioteca –cuenta Lopilato–, pero no vivo ahí. Es un lugar que uso para estudiar inglés, reunirme con amigas o como refugio.”
—¿Un refugio contra qué?
—Contra las presiones de un mundo adulto de muchas decisiones, lo que me genera algo de estrés o conflictos emocionales sobre los que necesito meditar. De haber contado con el departamento el año pasado, me hubiese instalado, porque necesité despegar de varias situaciones y recluirme para pensar con claridad. Hoy no preciso esa soledad, elijo a mi familia.
La dualidad dijo presente. “Por un lado, tengo mi cuenta bancaria, mi auto, mis horarios, pero por otro, sigo dependiendo mucho de los demás. Por ahí, necesito que mis viejos sepan dónde estoy, o adónde voy, algo así como sentirme monitoreada. Es una tara que me hace bien.”
—¿Sigue eligiendo la terapia ocasional?
—Sí. Sólo visito a mi psicólogo en momentos en que debo tomar alguna decisión. En mi casa se habla de todo, y todos contamos lo que nos pasa. A eso le sumo las opiniones de los medios y la gente que habla de más. Entonces, para no marearme, me quedo con un solo punto de vista objetivo.
—¿Esta “nueva etapa”marca el fin de la inocencia?
—Hay algo que debo madurar. Todavía soy demasiado inocente y creo todo lo que me dicen. Confío muy rápido en la gente, y eso me juega en contra. Me he comido varios garrones de ese modo, tanto en el amor como en otros aspectos de la vida. Con el tiempo aprendí a hacerme la tonta con quien no me da confianza. A todo “ji-ji”, y con este gesto de tarada me los saco de encima.
Tenía apenas 13 cuando inició su primer romance de tres años, con su entonces compañero de trabajo en “R-way”, el actor Felipe Colombo (24). “Eramos como hermanos, vivíamos todo el día juntos” -recuerda Luisana-. Un año entero le dedicó a un novio anónimo que nada tiene que ver con el ambiente, “porque soy muy enamoradiza” –explica-. Hasta que, en noviembre de 2004, conoció a Mariano Martínez (28), con quien sostuvo una relación de poco más de dos años, y del que hoy, y a raíz de la revuelta mediática, dice: “Doy fe de que le gustan las mujeres, al menos mientras estuvo conmigo”.
Sin titubear, y después de algunos meses sin continuidad afectiva, hoy asegura: “Sigo creyendo en el amor”. Y redobla la apuesta junto a Juan Mónaco (23), tercer mejor tenista rankeado del país, reciente ganador de los torneos ATP de Buenos Aires, Kipz Buhel y Poertschach, y considerado el de mejor desempeño del año tras 23 torneos jugados. Aunque sus trofeos más valiosos podrían ser las palabras de su novia: “Si no estuviese tan, pero tan, enamorada de Juan, seguramente estaría sola”.
—¿La aburre la soltería?
—Me llevo muy bien con la soledad, nunca usé el amor como pasatiempo. Si hoy estoy enamorada es porque pasó de repente, sin buscarlo. Cuando Juan se cruzó en mi vida, pensé: “¿Por qué voy a estar sola si extraño estar con él?, ¿por qué debería de llamar a otros hombres si sólo tengo ganas de hablar con él?”. Prefiero tener un hombre con quien compartir la vida que uno por noche de boliche. Y Juan fue el candidato perfecto. Ni bien lo conocí, me cerró en todos los aspectos.
Las relaciones pasadas le han dado a Luisana mucha experiencia. Y esa experiencia, una lección: “Ahora soy más racional en la confianza y agudicé el ojo para detectar cuando una pareja esconde cosas raras”.
Tarde de diciembre de 2006. Timbre en la casa de los Lopilato. “`Lu`, por favor, necesito que vengas conmigo, porque mi novio no puede acompañarme”, dijo su vecina aferrada a los tickets que la misma “Lu” le había regalado tiempo atrás, obsequio de una marca sponsor de un torneo del Buenos Aires Lawn-Tennis. “No me quedó otra -cuenta la actriz-. Pasé todo el partido al lado de él sin saber quién era. En mi vida supe algo de tenis, no cazaba una. De repente, nos miramos. Se me acercó y se presentó -recuerda – hablamos un rato, me sacó el teléfono y bueno..., después todo lo demás.” Tal vez, no condescendiente con la realidad, Luisana admite: “Y eso que nunca me gustaron los hombres lindos, pero Juan es un bombón que me hubiese podido de cualquier modo.”
—Sin repetir y sin soplar, aspectos de Mónaco que la enamoran.
—Juan es buena gente, es tranquilo, un hombre completo. Me da la paz que necesito, me respeta, me contiene, me sorprende. Es caballero, cariñoso y no es grosero. Habla bien, y eso es lo primero en lo que me fijo de un hombre.
—Novia de un tenista, ¿sentenciada a extrañar ?
—Es difícil, porque la lejanía siempre potencia los sentimientos, y hablo tanto del amor como de las peleas, aunque con él no llego ni a las discusiones. Tampoco es tanto el tiempo que estamos separados, porque pasa una semana acá y dos afuera. Y el teléfono arde, hablamos todo el tiempo todos los días. Mis amigas me comen la cabeza preguntándome si los celos no me ponen paranoica, pero gracias a Dios, no somos inseguros. Viví otras experiencias difíciles y aprendí que soy celosa sólo cuando me celan. Juan no es enfermizo, ni el tipo de hombre que trata de limitarte por inseguridad propia. Estoy aprendiendo a amar a la distancia, porque él lo vale.
—¿La distancia hace volar la cabeza?
—Cuando estoy enamorada hago locuras. Hace poco, Juan debía jugar en Hamburgo. Lo extrañaba tanto que, cuando terminé la función de teatro, me tomé un avión y fui a verlo. Tardé más de un día en llegar, estuve con él sólo 24 horas y, al día siguiente, volví a Buenos Aires.
—Hoy por hoy. ¿Hasta dónde cedería por amor?
—La profesión, jamás. Y no dejaría que él tampoco lo hiciese. Ambos estamos viviendo el mejor momento, y amamos tanto lo que hacemos, que nos respetamos, contenemos y alentamos mucho.
—¿Una novia evolucionada?
—La experiencia me enseñó. Antes preguntaba demasiado a mis parejas, y pasaba horas indagando en sus pasados. Pero hoy me di cuenta de que todos tenemos un historial, y que eso es archivo. Si el hombre que elijo hoy está conmigo, ya no me interesa saber qué hizo antes. Vivo el presente, de lo contrario el amor no se disfruta.
—Tanto amor amerita un compromiso. ¿Volvería a hacerlo como en aquel verano de 2005, con Mariano Martínez?
—Jamás puse plazo a ninguna boda. Y en aquel momento, en vez de darnos un peluche, optamos por un anillo como símbolo de unión. Pero ahora aprendí que nada de eso es significativo, porque Juan me enseñó que amarse desde la base del respeto es el mejor de los compromisos.
—¿Ya hubo presentaciones familiares?
—Sí, y estoy feliz. La familia de Juan es divina, es gente muy sana, y esa es una de las prioridades personales que busco en un hombre. Por lo general, voy a comer a su casa, y tanto Cristina, su mamá, como Pico, su papá, me atienden como a una reina. Y ya me hice amiga de sus hermanos, Andrés y Mara, y de su grupo de gente. Cada vez que Juan juega en alguna parte, hablo por “handy” con “el Pájaro” y “el Búho”, sus amigos, y nos reímos mucho comentando los partidos.
—¿Y cómo agasajan los Lopilato?
—Mamá no es de cocinar mucho, así que cuando no prepara asado al horno, llevamos a Juan a comer afuera.
Es la primera vez que Mónaco presencia una producción de fotos. Y justamente es su novia quien aparece echada sobre una piel blanca y a medio vestir. Ambos se miran, cómplices, y las risas no tardan. “Es tímido –redunda Luisana–, le encanta ver mis fotos en las revistas. Es tan divino que jamás me haría un planteo.” Hasta el momento, la única diferencia entre los dos son 20 centímetros, la altura del tandilense alcanza 1,85 metro. “Odio quedarme en bolas, ni yo me creo todo esto -bromea Luisana-. No relajo, porque tengo miedo de que algo se escape.”
—Sus lolas: el gran mito.
—Estoy harta de que la gente en la calle me clave la mirada justo ahí y me pregunte por la “supuesta” operación que me hice a los 15. Un delirio. Es que me desarrollé a los 11 años, y mientras hacía “Chiquititas” me fajaban para que parezca más chica. Cuando las solté, se impresionaron. Si conociesen a mi vieja y a mi hermana se darían cuenta que somos tetonas por naturaleza, es hereditario.
—¿Cuánto empeño pone en su cuerpo?
—Lo que quepa en una hora y media de gimnasio diario. Entreno con Mariana Dalmasso, una profesora de Megatlón, con ella hago musculación y complemento con clases de baile en compañia de mi hermana, Daniela. Si no estoy detrás de las calorías, se me va todo de la cintura para abajo y, entonces, le doy a la localizada, porque mantener las piernas es lo que más me cuesta. No hago dietas, pero tomo sesiones de masajes linfáticos.
Cuenta regresiva. El 30 de septiembre, luego de la última función de “Arlequín, servidor de dos patrones” en el Teatro de la Rivera, Luisana viajará a España para rodar algunas publicidades. A su regreso decidirá si protagonizará la comedia central de Canal 13 o de Telefe. Y continuará siendo la imagen de 47th Street y de la firma Promesse.
—Y más allá…
—No dejar de actuar jamás, levantar mi propia productora, casarme, con Juan, por supuesto, y formar una familia como la mía. Mi sobrina Daira (3) me despierta el instinto maternal, me encantan los chicos y si fuese por mí tendría diez. Pero no quisiera dejar pasar el tiempo para no ser una madre vieja. Lo ideal, sería una boda a los 23 y un primer hijo a los 24.
Match-point y primer set para Luisana.




Entrevista para la revista Caras



LOPILATO Y MONACO
Pura pasión en la fiesta de Juana Repetto
 

El primer paso fue instintivo. Se conocieron en diciembre durante un torneo en el Buenos Aires Lawn Tennis, y la atracción fue tan mutua como inmediata. Florecía el verano en Buenos Aires, y el amor no se resistió a la tentación cual Adán con la manzana. Luisana Lopilato (20) y Juan Mónaco (23) se pusieron inmediatamente de novios. Pero enseguida advirtieron que el camino de rosas también ofrecía algunas espinas. Los viajes permanentes del tenista los pusieron a prueba. Y el amor tambaleó, hasta que ambos se dieron cuenta que valía la pena encontrarle una solución. Entonces la actriz comenzó a acompañarlo en algunos torneos. Y él no dejó pasar un día libre en Buenos Aires sin buscar los cálidos brazos de Luisana.
Así fue como se fortaleció la relación. Y cada uno se integró perfectamente a la vida del otro. Juan le pidió a “Lu” que lo acompañe a ver a Estudiantes, y ella desafió un congelado atardecer de junio para estar en La Plata con él. Ahora, a Lopilato le encantaba ir con su novio al cumpleaños de Juana Repetto, quien celebró sus 19 con una fiesta de disfraces en el estudio de danza de su madre, Reina Reech, en el barrio de Belgrano. Y Mónaco la correspondió. Su temprana eliminación en el césped de Wimbledon le abrió las puertas para estar en el país el fin de semana. Y su novia, chocha. Compañera de Juanita en “Casados con hijos”, cuando la homenajeada interpretó un pequeño papel en la tira , Lopilato entabló una excelente relación con la hija de Nicolás Repetto (49). Y como ella había estado hace poco en su cumpleaños, la actriz no quiso faltar por nada del mundo.
Hacia la medianoche del sábado, los invitados comenzaron a llegar al instituto de la calle Mendoza. Juanita los esperaba con su disfraz de Betty Boop que le confeccionó José Luis Ferrando. Ya la habían peinado los coiffeurs de Peluqueros Contemporáneos, y una suculenta barra de tragos de Outlet bar esperaba con alcohol importado y cervezas Quilmes bien heladas. El PR Fran Larguía ya tenía todo organizado, y el deejay de Dhue Producciones inauguraba su repertorio de cumbia y música latina. “Amo a Betty Boop desde chiquita, y esta fiesta era la ocasión ideal para caracterizarla. No invité por invitar, la gente que verán es amiga o tienen muy buena onda conmigo. ¡Vieron qué linda está mamá! Y mi novio, ¡es un dulce! Estamos juntos desde el verano, y nos llevamos bárbaro”, relataba la anfitriona, mientras recibía a dos de los mejores disfrazados: Lopilato, onda Carmen Miranda, y Mónaco, un símil de Jim Carrey en “The Mask”. Para ellos fue apenas el principio de una noche de confirmaciones, divertida y profundamente apasionada.

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Cuanto pasa cuanto queda que nos marca y deja huella que dificil la memoria del que todavia espera...
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